lunes, 25 de junio de 2007

Sociedad anónima


Al caminar por las calles, ya sea de Santiago o de cualquier otra ciudad o lugar, podemos ver individuos a nuestro alrededor. Personas con sentimientos, penas y alegrías, con familia; hombres y mujeres con historias, que quizás y lo más probable nunca conoceremos.
Pero ¿es realmente así? ¿Somos unos completos desconocidos para el mundo? O tal vez, esto funciona para el ojo cotidiano sin pensar en que hay algo detrás, algo más grande que sabe, siempre sabe, de donde provenimos y a dónde vamos, qué hemos hecho y sobre todo qué hemos dejado de hacer. ¿Realmente somos anónimos? O creemos inocentemente serlo, sin darnos cuenta que a la vuelta de la esquina o más bien, sobre nosotros hay siempre alguien mirando, alguien enjuiciando lo que hacemos, alguien vigilando.
Obviemos la religión, punto importante en la vida de cada ser, sea ésta cual sea, pero no para descubrir mis interrogantes. Lo que planteo aquí es algo humano, lejos de estar ligado a lo sobre natural, planteo la vida, a las personas como un número.
Michael Foucault, nuestro exponente, planteó hace ya varios años atrás la vigilancia como un castigo, como una forma de llevar el cuerpo a la docilidad. Esto no ha cambiado mucho, convirtiendo a este hombre en un genial visionario, ya que hemos pasado del castigo público en las calles, al mismo pero en la segregación. La constante vigilancia existe y no en forma castigadora si no más bien represiva. No hacemos nada sin que se sepa, créame puedo probarlo.
Desde el minuto que nacemos, somos ingresados al sistema de la sociedad con nuestro pequeño pie como referencia y luego con nuestra huella dactilar, ese es el minuto en que perdimos el anonimato. Analicen sus vidas, ¿pueden realmente hacer lo que quieran? Como toda sociedad hay normas y limitantes que ayudan a la vida en comunidad, pero esto es más que eso, esto significa que jamás estaremos solos y no exclusivamente por el hecho de ser reconocidos a través de nuestras huellas, dientes, cráneo, ADN etc.., hoy en día todo es marca registrada, sino por el hecho de que nos hemos llenado de vigilantes porque le hemos pagado al mundo para ser vigilados: cámaras, Internet, satélites, pareciera que el hombre pide a gritos ser visto.
¿Manipulación? el castigo público de nuestra era. Ya no existe la violencia expuesta, pero sí la discriminación por tus actos, y lo cual puede sonar similar a lo ocurrido en esos años, hoy es peor porque vemos expuestas nuestras vidas al ojo público de quien lo desee con el simple hecho de hacer un clic, lo cual motiva al común de los mortales a regirse entre las normas establecidas, convirtiéndonos así una vez más en “cuerpos dóciles”.

F. M

5 comentarios:

Felipe Figueroa Contreras dijo...

Me parece que la vigilancia sigue siendo un tema actual, se demostró con el caso de la secta de Pirque. Pero lo más jodido sigue siendo la forma en que la gente se apropia del ideal disciplinario y lo reproduce, vigilándose a sí misma sin necesidad del observador. Eso que me pareció tan coherente al leer a Foucault, lo considero bastante cercano a la realidad luego de un par de vueltas. Sin embargo, ya no lo veo tan irreversible. La vigilancia se transformó de estrategia en norma, y cuando eso pasa, el ser humano tiende a adpatarse. Hay recovecos donde ocultarse, espacios en blanco que no son vistos. Fundamentalmente en lugares donde el "ojo" pierde el interés, por creerlos inofensivos. Ahi se desarrolla la contracultura, que no puede evitar la vigilancia, pero sí engañarla.

Anónimo dijo...

Me pareció muy bueno tu comentario, pero no estoy de acuerdo en lo del anonimato. Seguimos siendo anónimos, pues para la vigilancia no somos más que todo lo que tu dices: un ADN, una huella digital, incluso no más que un nombre con un apellido... Pero eso no es lo que nos define, creo. El ser marca registrada nos objetiza, pero no nos "desanonimiza"

criticaespacio dijo...

Creo coincidimos en varios aspectos, por sobre todo el de la vigilancia. Me gustó tu punto sobre los lugares donde el ojo pierde el interés y uno puede ocultarse, lo creo firmemente pero así también creo que al alcanzar esos lugares nos sentimos ocultos y eso también es una libertad represiva porque no se es verdaderamente libre al estarse escondiendo de un ojo castigador o mejor dicho vigilante. La vigilancia claramente es un tema actual y que se convierte en dañino al hacerlo parte de nuestras vidas. Es verdad no solo hemos buscado ser vigilados si no también nos hemos convertido en vigilantes, juzgando y observando las acciones de nuestros pares como si las nuestras fueran mejores “que tire la primera piedra el que este libre de pecado” dijo por ahí un gran sabio.
F.M

Unknown dijo...

¿Que es lo que caracteriza al hombre en cuanto a raza?, según la filosofía clásica, la libertad. Esta libertad tan característica de los seres humanos se puede analizar desde varios puntos de vista; teleológico, filantrópico y pragmático. Para este caso resalto la doctrina pragmática, la cual, busca las consecuencias prácticas del pensamiento y pone el criterio de verdad en su eficacia y valor para la vida. Siguiendo esta línea nos damos cuenta de que hemos hecho una renuncia, en la mayoría de los casos, tácita a nuestra libertad. ¿Porque digo tacita?, lo menciono porque es accesorio a lo que realmente buscábamos. La tecnología nos ha llevado a estar siempre "conectados" y por lo tanto, siempre "vigilados". Esta supervigilancia tiene dos aspectos, uno beneficioso y otro pernicioso. Este último es el aspecto accesorio, el mediato, el pernicioso, es el que nos lleva a pensar que quizás sea posible el hecho de que no somos tan anónimos y libres como pensamos, pero el real problema es cuando ya no solo lo pensamos sino más bien, lo sentimos.

criticaespacio dijo...

Creo tienes razón en cuanto no nos "desanonimiza" como esencia quizás, pero sí como individuos, nos convierte en alguien registrado desde el minuto en que llegamos al mundo, alguien asequible mediante medios de la sociedad. Alguien que no es anónimo al minuto de ser buscado, alguien fácil de encontrar. Claramente como tu dices “para la vigilancia no somos más que todo lo que tu dices: un ADN, una huella digital, incluso no más que un nombre con un apellido” pero ese exactamente es mi punto, en que somos un número, en que la vigilancia nos tiene descubiertos quizás no en nuestra interioridad pero descubiertos igual.
F.M